01 Jan
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El ser humano dispone de distintos mecanismos para regular la temperatura corporal, conocidos como termorregulación. Cuando el clima alcanza temperaturas muy extremas, tanto por frío como por calor, el mecanismo termorregulador se ve superado y aparecen una serie de signos y síntomas característicos. Esto ocurre fundamentalmente en niños, en ancianos y en personas con alguna patología subyacente. 

Los trastornos producidos por calor son el resultado del fracaso de los mecanismos fisiológicos que mantienen la temperatura corporal. La gravedad de estos trastornos va desde los leves como los calambres, el agotamiento y el síncope, hasta la forma más grave, que es el golpe de calor.

El golpe de calor aparece cuando el organismo pierde el control de la temperatura corporal que sube por encima de los 40,5, provocando daño en las estructuras celulares y en el sistema termorregulador, con un alto riesgo de mortalidad. El golpe de calor puede o no asociarse al ejercicio. Es típico su diagnóstico en adultos jóvenes y sanos que hacen ejercicio con temperaturas o humedades ambientales superiores a las normales.

Se caracteriza por reducción o cese de la sudoración, cefalea, mareo, confusión, taquicardia, piel caliente y seca, inconsciencia y convulsiones. Los ancianos son más susceptibles de padecer un suceso relacionado con el calor debido a los cambios intrínsecos en su sistema regulatorio y a la interacción que provoca la mayor toma de medicamentos.

Tu farmacéutico te recomienda las siguientes medidas preventivas:

1. Se debe aumentar la ingesta de líquidos sin esperar a tener sed para mantener una hidratación adecuada. Es útil ingerir soluciones isotónicas, es decir, soluciones de rehidratación oral. Además, hay que evitar bebidas alcohólicas, muy azucaradas o que contengan cafeína, ya que causan una mayor pérdida de líquidos corporales.

2. Otra de las recomendaciones es evitar comidas muy copiosas. Es aconsejable tomar abundantes frutas y verduras, teniendo especial cuidado en su manipulación y limpieza para evitar posibles trastornos digestivos que agravarían el problema.

3. Y por supuesto debemos evitar exponernos al sol en exceso, especialmente en las horas centrales del día, permaneciendo en espacios ventilados o acondicionados.

4. En cuanto a la actividad física, es aconsejable reducirla, y descansar con frecuencia a la sombra.

5. Además, usaremos ropa ligera y holgada, preferentemente de fibras naturales y de colores claros, sombrero, gafas y protectores solares para la piel, que protejan frente a los rayos ultravioleta del tipo A y B y con un factor de protección mínimo de 15.

6. Por último debemos prestar especial atención a personas de riesgo, como son los niños, ancianos y enfermos.

El farmacéutico, como profesional de la salud, puede ayudar tanto a las personas sanas como a aquellos grupos que presentan mayor riesgo frente a una ola de calor, realizando una serie de consejos que eviten el desarrollo de cualquier patología provocada por el calor.

 

Si se está en tratamiento con cierto tipo fármacos, el farmacéutico le aconsejará, ya que podrían agravar los procesos provocados por el calor. En estos casos conviene extremar las precauciones y consultar al especialista. Por otra parte, algunas enfermedades pueden causar deshidratación o influir en el centro termorregulador. En este sentido, enfermedades agudas como diarrea, infecciones o quemaduras cutáneas, y crónicas como hipertensión, enfermedades mentales, obesidad e hipertensión, también requieren unas precauciones especiales a la hora de prevenir el golpe de calor.

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